Es la tarde del último dia de Julio. Salimos de Toulouse por una autopista que pronto se transforma en una carretera que no tarda en volverse camino serpenteante. Durante dos horas subimos y bajamos colinas por rutas inverosimiles en busca del valle en el que se asienta Marciac. Parece imposible, pero es cierto, cuando llegamos a aquel rincón del Gers, en contraste con las desérticas villas que hemos ido atravesando, los coches desbordan la docena de parking habilitados en torno al pueblo. A pesar de ser un dia entre semana, Marciac está invadido por gente venida de todos los rincones del país. Están aquí porque, un año más,  en este lugar escondido en la campiña, se está celebrando el festival de Jazz más importante de Francia: Jazz in Marciac.


Aunque el grueso de la programación se desarrolla en el escenario principal: el Chapiteau, el pueblo entero se encuentra tomado por el jazz. En la plaza del ayuntamiento, entre los puestos de mercadillo en los que se puede encontrar foie del pais, instrumentos de percusión y sombreros Panama a partes iguales, proliferan las terrazas, algunas de ellas con música en directo. Un poco más lejos, un grupo se ha instalado con sus instrumentos en medio de la calle y se permiten mostrar al mundo un electrojazz experimental de propia cosecha que no suena tan mal. Los garages y los restaurantes se convierten en improvisadas galerías de arte y gente de todas las edades hormiguea por los recovecos del centro de Marciac.

Youn Sun Nah
 Cuando llegamos al Chapiteau, hay un concierto empezado: es la cantante de origen coreano Youn Sun Nah que, de lejos, suena a New Age. Desde el jazz ambiental hasta la chanson française, en poco más de una hora pasamos por todos los registros de esta voz prodigiosa. La historia de Youn Sun Nah es la de una vocación tardía y la de un éxito fulgurante, pero solo en apariencia, pues detrás de él hay un enorme talento y un trabajo infatigable de introspección en busca de la propia cartografía de las fronteras musicales. Entre dos temas, la cantante nos explica que no es la primera vez que toca en Marciac, ya había pasado por aquí diez años atrás: "Pero, en aquellos momentos, no podía imaginarme que algun día iba a poder cantar en el Chapiteau de Marciac", añade, sin poder contener la emoción. Y mientras la cantante rompe en sollozos, el público lo hace en aplausos y Youn nos agradece la conexión ofreciéndonos sus canciones más queridas. Cierra el concierto con con una interpretación de Avec le temps de Leo Ferré, que nos deja clavados en el sitio.

El proyecto Swing Symphony
En el breve intermedio, nos da tiempo a sacudirnos la melancolía con una copa de champán rosado en la carpa degustación que está adherida al Chapiteau. Al volver, encontramos el escenario repleto de instrumentos. El maestro Wynton Marsalis, padrino y embajador del festival de Marciac, se ha sacado de la chistera un proyecto genial: Swing Symphony. Se trata de demostrar que se puede hacer jazz con una orquesta clásica. Y para llevarlo a cabo, solo ha tenido que convencer a su banda, el Jazz at Lincoln Center Orchestra, y a la Orquesta Nacional del Capitole de Toulouse, para aventurarse juntos en los territorios del Swing, bajo la atrevida batuta de Wayne Marshall. El resultado es impresionante. Podéis encontrar el concierto completo al final de este post. Los más veteranos del festival dicen que pocas veces se ha visto sonreír a la luna de Marciac como en aquella noche, cuando los solos de trompeta de Marsalis y los paseos a cuatro manos del pianista con un director que perdió la batuta por el camino, nos elevaron a todos, con más de cien músicos, al firmamento del Macondo del jazz.

Dr. J


El maestro Wynton Marsalis
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