No es habitual bajar a caballo por Lavapiés pero la ocasión lo merece. Miro hacia arriba, un halcón sobrevuela nuestras cabezas, nos lleva siguiendo todo el camino... The Falcon Sleeps Tonight. Entro en el Saloon Price, me acerco a la barra, pido un bourbon y una cerveza cuando la acústica empieza a sonar. La magia de los Corizonas me ha trasladado a un viejo pueblo en el far west. A mi alrededor botas con espuelas, mucho cuero y algún que otro sombrero vaquero. Me saco un cigarrillo liado y aprovecho que han cerrado la puerta para fumármelo, nadie va a decir nada.

Estamos en la frontera entre Arizona y Colorado. Allí donde el espíritu de Neil Young y los Black Sabbath se apodera del predicador que luce camisa roja y chaqueta de terciopelo y se mueve como pez en el agua sobre el escenario. Allí donde se pierde la vergüenza para confesar que los Arizona Baby son esos personajes que parecen guays y lo son y que Los Coronas son guays y lo parecen. Y que esa simbiosis nos deja a estos vaqueros del lejano oeste que están por encima de modas y Mondos.

El humo se apodera del escenario y la trompeta (cómo suena!) nos traslada hasta El Rancho, ese lugar mágico donde te puedes encontrar a Loza, el rey de las redes sociales, ¡qué suerte que estés con ellos! En esa atmósfera se nos han reencarnado los amigos de Pink Floyd y ahora vamos ladera abajo Run to the River. Sólo entonces, en la intimidad del Saloon, cuando los focos se han centrado sobre el escenario, sólo entonces encontramos a nuestra Queen of Hearts. El silencio demuestra el respeto hacia ellos, todos lo pensamos, pero sólo el predicador se atreve a decirlo: Qué cabrones! Cómo suenan, cómo tocan y cómo consiguen transportarnos a su mundo.

Y aunque Electric Six son un mito, la versión de Danger! de El Meister&Cía nos hace saltar para acabar sin saber muy bien cómo en un guateque sesentero esquivando a La Hiedra Venenosa. Es la hora de despedirse, pero no hay prisa, nos sentimos vivos, estamos vivos y queremos seguir estándolo. El Rock, el verdadero Rock nunca muere, y este es el mejor ejemplo. Más de dos horas de concierto en el recinto que mejor suena de Madrid. Ahí donde escuchamos además de oír.

Parece que se van, pero no dicen adiós. Los forajidos se separan para seguir asaltando caminos por separado, pero tarde o temprano volverán a encontrarse porque el rock los ha hecho inseparables. Nos queda eso... Believe. Porque necesitamos creer, porque queremos creer y porque We're Alive. Porque están vivos, estamos vivos y nos hacen sentir más vivos. Y así, cada uno vuelve a enfundarse el revolver, a subirse a su caballo y cabalgar hasta su guarida. Vuelvo a mirar al cielo y vuelvo a ver esa figura sobrevolando nuestras cabezas... The Falcon Sleeps Tonight. Hasta la vista Corizonas!

J&B
Fotos de kboy

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