Daniel Cros: Poeta, Persona, Músico

Puedo decir que he tenido la suerte de descubrir a Daniel Cros en dos facetas muy diferentes, la de músico, ecléctico, étnico, multicultural. Y también la de persona, con ideas muy claras, con cosas que decir, consciente de la realidad en la que nos movemos. Porque, a veces, una charla sin prisa, con un buen café, en un entorno adecuado hace más que cualquier otra cosa.

Así empezamos nuestra relación este cantautor catalán y este festivalero que escribe. Y el primer punto en común es la pasión que ambos tenemos por Barcelona. Y concretamente por el Barrio de Gràcia. Ése donde ha vivido Daniel. Ése que me engancha cada vez que lo piso. Ése que respira creatividad en cualquiera de sus plazas y que evoca recuerdos en sus calles más estrechas.

Sobre esa base es fácil hablar de la manera de componer, de esa libreta en la que va apuntando frases cuando se le ocurren y de esa manera de encajar esos versos en los ritmos. Porque puede que a una estrofa no le caiga bien un merengue y sí un bolero, pero lo bueno de empaparse de tantos estilos es que luego eres capaz de encajar cada canción en el lugar que le corresponde. Así es capaz de dominar el chachachá, el pasodoble o sorprenderte con un a caballo cubano. Así han nacido estos últimos 12 poemas, enmarcados en un revelador Aquello era entonces, esto es ahora.

El tiempo, un tema recurrente en todo el album. Un tema, que cómo el mismo dice, quizá era el momento de tratarlo, de intentar tomar perspectiva, detenerse y salirse de la espiral de velocidad en la que vivimos para darnos cuenta de dónde estamos. Tiempo para mirar hacia el pasado y recordar, por ejemplo, esa Sangre del Sur de su abuelo Pepe, para contar la historia de un inmigrante en tiempos difíciles. Tiempo para echar un vistazo hacia el futuro, para mirar Palante, aunque sea para cruzar el eterno puente colgante llamado ansiedad. Tiempo para analizar el presente, para afinar la crítica del Telediario Sanguinario en solitario sobre el escenario acompañado tan sólo de esa guitarra española.

Porque nadie es ajeno a lo que está pasando. Y Daniel Cros no es una excepción. Es difícil pensar en soluciones pero está claro que algo hay que hacer. Desde arriba no se está fomentando la cultura y las grandes multinacionales cada vez tienen más difícil mantener la industria tal y como está montada hasta ahora. La autoproducción, como él ha hecho, puede ser una salida para que los músicos hagan llegar su producto hasta el público.

Charlamos también sobre el respeto, o mejor dicho, el cada vez menos respeto que se tiene a los músicos y a la profesión de músico por estos lares. Una sensación que ya nos han dicho más artistas y que Daniel también ha sentido. Porque antes de presentar en España su séptimo disco, ya adelantó sus nuevas canciones en una gira por México. Y al otro lado del charco el cariño y la aceptación son mucho mayores que aquí.

Para su puesta de largo en Madrid tuvo como escenario la Sala Clamores. Recinto en el que ya había actuado años atrás. Daniel Cros no estuvo sólo sobre el escenario. Acompañándole estuvieron, al baby bass Agustín Infante, a la batería JJ Estada y con la trompeta Fernando Hurtado. Un concierto marcado, en todo momento, por la complicidad, por las sonrisas y por la cercanía con el público. Impecablemente vestido de oscuro, el negro dejó paso al rojo intenso tras las primeras canciones. Pero la sonrisa no se borró de los labios de un Daniel que nos iba explicando cada una de las canciones antes de que sonaran.

Fue algo más de una hora de viaje a través de su universo. Un trayecto plagado de guiños, de frases que fijar en la memoria y de multitud de ritmos. Un viaje en el que Daniel Cros consigue hacerte sonreir, desconectar, transportarte a su realidad. Un viaje en el que más de un espectador se acercó al final para charlar con él, para comentar las canciones, las letras. Algo, que como él mismo reconoce, es la mayor satisfacción que puede tener un músico. Y para conseguirlo sólo hay que dejarse llevar por aquel entonces y por este ahora.

J&B