Es miércoles. Llevamos aquí dos días y hemos acumulado una
cantidad de sensaciones suficiente como para creer que llevamos dos semanas. Estamos corriendo por uno de nuestros atajos entre el
Main y el World Music, donde hemos dejado volando los átomos de
energía de Skunk Anansie para ir a ver a La Pegatina
en el World Music. Yo aún no los conozco, pero mi colega k boy me ha
asegurado que me van a encantar y, a estas alturas del festivaleo, sé
que siempre tiene razón. Por una paradoja del espacio-tiempo obudabiano, llegamos tarde
pero a tiempo: esto acaba de empezar. Una multitud enloquecida de
felicidad baila bajo una lluvia de serpentinas y de papeles de
colores. Ska mediterráneo, rumba evolucionada... a esta Pegatina es
difícil ponerle una etiqueta pero lo que está claro es que son sinónimo de fiesta.
En el público debe de haber un millar de españoles, pero eso no es posible: esos serían muchos más de los que estamos acostumbrados a ver en esta isla... un momento, fijaos bien: no todos son españoles!! La mayoría son holandeses, belgas y franceses, pero están cantando las letras de memoria y dando palmas como auténticos rumberos catalanes. El calor ya no viene del sol, sino de la energía de la multitud que está completamente desatada. El grupo intenta despedirse, pero no lo tiene fácil: lo que han creado ya tiene vida propia. La última nos la brindan en modo brass banda, rodeados por una turba de locos seguidores.
Un rato después, charlando con ellos, nos confirmaron las buenas sensaciones de un concierto que habían sacado adelante a base de ser auténticos y ponerle corazón. Se veía que, desde que habían pisado Obuda Island, se habían enchufado al espíritu Sziget y, antes de salir a escena, ya estaban completamente sintonizados con el alma de esta isla. En los próximos días os contaremos todos los detalles de nuestra conversación en Obuda con estos inagotables mensajeros de la fiesta a los que dejamos continuar con un periplo que va a hacer gritar Eureka! en medio mundo. .
Seguimos en Sziget, seguimos sonriendo.
Dr. J
En el público debe de haber un millar de españoles, pero eso no es posible: esos serían muchos más de los que estamos acostumbrados a ver en esta isla... un momento, fijaos bien: no todos son españoles!! La mayoría son holandeses, belgas y franceses, pero están cantando las letras de memoria y dando palmas como auténticos rumberos catalanes. El calor ya no viene del sol, sino de la energía de la multitud que está completamente desatada. El grupo intenta despedirse, pero no lo tiene fácil: lo que han creado ya tiene vida propia. La última nos la brindan en modo brass banda, rodeados por una turba de locos seguidores.
Un rato después, charlando con ellos, nos confirmaron las buenas sensaciones de un concierto que habían sacado adelante a base de ser auténticos y ponerle corazón. Se veía que, desde que habían pisado Obuda Island, se habían enchufado al espíritu Sziget y, antes de salir a escena, ya estaban completamente sintonizados con el alma de esta isla. En los próximos días os contaremos todos los detalles de nuestra conversación en Obuda con estos inagotables mensajeros de la fiesta a los que dejamos continuar con un periplo que va a hacer gritar Eureka! en medio mundo. .
Dr. J
Pues seguid sonriendo... Y haciéndonos sonreir!
ResponderEliminarE.