Festival des Inrocks 2013 en Le Bikini: Jour 2

 Después de una primera jornada de interesantes descubrimientos, el martes nos dirigíamos a Le Bikini en Toulouse para la segunda noche del Festival des Inrocks esperando, al menos, lo mismo que en la noche anterior. A nuestra llegada ya había más del doble de público que el día de antes y eso era un muy buen augurio.

En la sala, el primer concierto acababa de comenzar. Dos chicas cantan cara a cara, ocupando el centro de la escena. Las separan unos elementos básicos de percusión y un par de chismes electrónico. No hace falta más. Con sus voces, melódicas y ondulantes, llenan toda la sala. El acompañamiento es un detalle decorativo. Y, sin embargo, entre todos, nos demuestran lo que se puede hacer con un poco de percusión, una guitarra y mucho talento. Se llaman Lucius y este festival es su primer contacto con la escena europea, en la que ya teníamos al dúo francés Brigitte haciendo algo parecido, aunque en el caso de Lucius, hay más música y menos látex.

Casi sin tiempo para respirar, en un verbo Jacco Gardner ha montado su universo y ha convertido el Bikini en una caja de música. El poema psicodélico del holandés se adapta mucho mejor a estas condiciones que a la trinchera del FIB. Es la diferencia de ver una peli de autor en una sala o en el autocine. En la sala nos importa mucho menos que Jacco parezca esquivo y no se mueva de su puesto de sintetizadores y, además, las proyecciones de fondo contribuyen a la introspección imaginativa que nos propone el artista.

 Tras escuchar a Half Moon Run comprendemos porqué nos los recomendaron los amigos de Lilly Wood and the Prick. Se trata de un quinteto con un rock tan intimista como decidido, en el que todos sus componentes ponen la voz, para sacar un sonido muy dinámico, que nada tiene que envidiar a otros grupos de este género. Los canadienses han emprendido su aventura en escenas tan grandes como Les Vieilles Charrues y Glastonbury y, en cuanto los descubran los seguidores de Kings of Leon y grupos similares, estarán presentes en lo más alto de sus listas de reproducción.
 
Entonces llegó Valerie June y se hizo la magia. Valerie es un espíritu de la música, una especie de hechicera del Mississippi que parece joven pero lleva dentro sonidos coleccionados durante casi dos siglos. Dicen que desde que era niña siempre supo hablar con voz de viejo. De los cantos de plantación al blues tradicional pasando por el soul, de los espirituales al funk pasando por el country, todo un muestrario que escuchamos con la curiosidad respetuosa con la que se hojea una enciclopedia con viejas ilustraciones, sobrecogidos como cuando se escucha crepitar el fuego o burbujear la espuma de las olas. Más que una cantante, un fenómeno natural del que brota la música. Sin duda, alguien a quien, si pasa cerca de vuestras ciudades, no debéis dejar de conocer.

 Así cerramos un día en el que la voz y el ritmo dominaron a los artificios. Valerie fue el lujo de despedida de un Festival des Inrocks hecho para curiosos en ese templo de las curiosidades musicales llamado Le Bikini, Toulouse.

Dr. J