El escenario principal está desierto y coronado por una pancarta que reza: "La lucha es aquí". Los grandes altavoces y el pie de la escena están decorados con otros tantos mensajes contra la patronal francesa MEDEF y el gobierno del país. Frente al escenario, la gran explanada que a estas horas debería está llena de festivaleros está tomada por un centenar de personas. Son los intermitentes, el grupo de trabajadores de la cultura que ha decidido ocupar el festival para impedir que se celebre. Reclaman que se detenga la reforma del UNEDIC, el régimen especial que rige en Francia para los trabajadores precarios de diferentes sectores, sobre todo de los oficios relacionados con la cultura.
El UNEDIC es el responsable de que, desde principios de los 90, se hable de la excepción cultural francesa. Gracias al mismo, los trabajadores que tienen una actividad intermitente tienen derecho a cobrar hasta un año de subsidio una vez que han trabajado un total de 72 jornadas en el año. Esto permite, por ejemplo, que los actores, los músicos, los técnicos, puedan subsistir entre dos giras, o en los periodos entre varios contratos desperdigados por eventos puntuales. Instigado por la patronal MEDEF, que solicita acelerar recortes, el gobierno ha planteado en las últimas semanas una reforma que dejaría sin subsidio, al menos, al 10 % de los trabajadores del espectáculo. Las reacciones no se han hecho esperar y los colectivos precarios han pasado rápidamente a la acción. El festival de teatro Printemps des Comediens de Montpellier, que se celebraba la semana pasada, fue la primera víctima del conflicto con la anulación de buena parte del programa. Hoy, los focos cambiaban al mundo de la música y a la ciudad de Toulouse por la cancelación de la jornada inaugural de Río Loco. El siguiente gran objetivo de las protestas es el prestigioso Festival de Teatro de Avignon, pero al ver pelar las barbas del vecino, muchos han comenzado a tomar posiciones. Es el caso del festival Les Eurockéennes de Belfort, que se ha alineado claramente con los artistas y ha pedido a los poderes que tengan en cuenta las reclamaciones de estos colectivos en aras de una "cultura ambiciosa y militante".
En el recinto de Rio Loco impresiona ver la calma de las avenidas vacías, solo perturbada por el paso de algún agente de seguridad que hace una ronda testimonial, unos pocos miembros del personal que se entretienen en tareas secundarias y algún artista que, liberado de sus obligaciones, aprovecha para pasear por la orilla del Garona. En los días en los que el festival está en funcionamiento, el cruce de caminos que hay al final de la explanada de la escena principal es uno de los lugares más concurridos por ser de paso obligado. Allí se reúnen la veintena de personas que forman el otro grupo que, de rebote, se ha visto envuelto en el conflicto: los comerciantes del festival, que no pueden permitirse un día de beneficio cero. "Es una catástrofe -me explica uno de ellos- Poner aquí un puesto resulta muy caro y, además, tenemos normas de seguridad e higiene que hay que cumplir y por las que hemos tenido que invertir cantidades importantes." La mayor parte de los restauradores y comerciantes del festival son pequeños bistrots locales, vendedores de artesanía y asociaciones culturales. "También hay que contar con todo el material, comida y bebida que estaban preparados para hoy y pueden perderse -insiste mi interlocutor con resignada paciencia-. Hay gente aquí que va a la ruina."
Cuando abandono el lugar, en la asamblea de intermitentes aún no hay acuerdo sobre cómo organizar la jornada de mañana. Parece que sus intenciones son quedarse en el sitio por miedo a no poder acceder al día siguiente. El objetivo es seguir impidiendo la celebración de Rio Loco 2014. Los comerciantes, por su parte, también temen que los huelguistas les impidan el paso a primera hora de la mañana. La organización, intenta templar los ánimos. Por ahora, devolución de las entradas de la primera jornada. Mañana, que es hoy, será otro día. Un jueves de Río Loco que tendrá lugar... o no.
Dr. J
El UNEDIC es el responsable de que, desde principios de los 90, se hable de la excepción cultural francesa. Gracias al mismo, los trabajadores que tienen una actividad intermitente tienen derecho a cobrar hasta un año de subsidio una vez que han trabajado un total de 72 jornadas en el año. Esto permite, por ejemplo, que los actores, los músicos, los técnicos, puedan subsistir entre dos giras, o en los periodos entre varios contratos desperdigados por eventos puntuales. Instigado por la patronal MEDEF, que solicita acelerar recortes, el gobierno ha planteado en las últimas semanas una reforma que dejaría sin subsidio, al menos, al 10 % de los trabajadores del espectáculo. Las reacciones no se han hecho esperar y los colectivos precarios han pasado rápidamente a la acción. El festival de teatro Printemps des Comediens de Montpellier, que se celebraba la semana pasada, fue la primera víctima del conflicto con la anulación de buena parte del programa. Hoy, los focos cambiaban al mundo de la música y a la ciudad de Toulouse por la cancelación de la jornada inaugural de Río Loco. El siguiente gran objetivo de las protestas es el prestigioso Festival de Teatro de Avignon, pero al ver pelar las barbas del vecino, muchos han comenzado a tomar posiciones. Es el caso del festival Les Eurockéennes de Belfort, que se ha alineado claramente con los artistas y ha pedido a los poderes que tengan en cuenta las reclamaciones de estos colectivos en aras de una "cultura ambiciosa y militante".
En el recinto de Rio Loco impresiona ver la calma de las avenidas vacías, solo perturbada por el paso de algún agente de seguridad que hace una ronda testimonial, unos pocos miembros del personal que se entretienen en tareas secundarias y algún artista que, liberado de sus obligaciones, aprovecha para pasear por la orilla del Garona. En los días en los que el festival está en funcionamiento, el cruce de caminos que hay al final de la explanada de la escena principal es uno de los lugares más concurridos por ser de paso obligado. Allí se reúnen la veintena de personas que forman el otro grupo que, de rebote, se ha visto envuelto en el conflicto: los comerciantes del festival, que no pueden permitirse un día de beneficio cero. "Es una catástrofe -me explica uno de ellos- Poner aquí un puesto resulta muy caro y, además, tenemos normas de seguridad e higiene que hay que cumplir y por las que hemos tenido que invertir cantidades importantes." La mayor parte de los restauradores y comerciantes del festival son pequeños bistrots locales, vendedores de artesanía y asociaciones culturales. "También hay que contar con todo el material, comida y bebida que estaban preparados para hoy y pueden perderse -insiste mi interlocutor con resignada paciencia-. Hay gente aquí que va a la ruina."
Cuando abandono el lugar, en la asamblea de intermitentes aún no hay acuerdo sobre cómo organizar la jornada de mañana. Parece que sus intenciones son quedarse en el sitio por miedo a no poder acceder al día siguiente. El objetivo es seguir impidiendo la celebración de Rio Loco 2014. Los comerciantes, por su parte, también temen que los huelguistas les impidan el paso a primera hora de la mañana. La organización, intenta templar los ánimos. Por ahora, devolución de las entradas de la primera jornada. Mañana, que es hoy, será otro día. Un jueves de Río Loco que tendrá lugar... o no.
Dr. J
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