Después de la primera tarde-noche como toma de contacto con la locura hecha baile, ya estábamos perfectamente integrados en Iboga. Cierto que hubo amago de colapso al despertar. Como en cada festival nuevo, pasa un tiempo hasta que le coges el tranquillo a los sitios y las maneras de hacer las cosas. Aquí, levantarse fundido en sudor 3 horas después de acostarse, lavarse la cara con agua salada y que te piquen los ojos y ver que ayer con las prisas dejaste en el coche la garrafa de agua de 5 litros, pues como que no es el mejor despertar del mundo. Lo mejor, que aprendes de todo y sabes que mañana no te pasará, así que con esa actitud recorremos a ritmo trompetero el camino que nos separa del coche, aprovechamos la sombra de una furgoneta para desayunar y dormimos un rato fresquitos debajo de un puente.
En el plano musical destacamos por supuesto a Skatalites, esa mezcla de los viejos maestros con los jóvenes bailongos, culminada por la Reina del Ska, Doreen Shaffer, que esta vez sí salió a cantarnos algunas canciones como lo que es: una abuelita que lo que tiene que contar es ska. Puro y duro. Y lo demás es poropo, poropo, poropo, parapa, parapa.....(leer a ritmo de ska, gracias).
También a Molotov Jukebox, de los que esperábamos mucho, sin saber muy bien por qué. Quizás por ser una banda con casa en Londres, de música muy global, con una puesta en escena en la que mezclan trompeta, un violín, guitarra y un acordeón, el de la carismática, un punto salvaje y divertida Natalia Tena. Tal mezcla se traduce en un entramado de estilos difícil de definir que abarca ritmos swing, melodías gitanas, toques latinos e incluso algo de electrónica para resultar un conglomerado con cierto carácter pop que hace que vayan teniendo, cada vez más, una audiencia muy variada. Por último destacar su lado teatrero y desacomplejado, que les haría no desentonar ni en un cabaret ni en una casa okupa, y el cual puede apreciarse perfectamente en los vídeos, completando la propuesta musical. Para mí el descubrimiento del festival sobre todo por el potencial que les vi de crecer y de llegar a mucha gente.
Otros que mezclan estilos a base de bien son Opmoc. Unos belgas de nombre imposible (Conversación al principio del concierto: '¿Quién son estos que tocan?' 'Son Opmoc' '¿Quiénes?' 'Opmoc' '¿Quiénes?' 'Déjalo'). Base de teclados ska y vientos acompañando, pero totalmente libres de estilo. Por ahí una canción ska o reggae, luego una jazz, luego se ponen a rapear y luego se despachan con una latinada de nombre 'Guatemala' que terminó de dejarnos atónitos. No por mal, se me entienda, sino por lo sorprendente. Un grupo curioso de verdad para echarles el ojito a ver qué dan de sí.
Como curiosos son Heymoonshaker, la primera (y creo que única) banda de beatbox blues, en la que el cantante hace ritmos con la voz que graba y pone en loop con un pedal mientras canta y su compi toca riffs y punteos de blues. Una guitarra, un pedal y una garganta bastan para llevarnos al profundo Mississippi.
Me gustó mucho el duo Caravan Palace pinchando elegantemente electro-swing y me gustó mucho ver a la gente bailando a tope esa música tan rara por estos lares. Rara por no habitual, pero que engancha. Son como los rebeldes del swing del siglo XXI.
Alice Francis llegaron tarde y ahí la organización estuvo hábil para cambiar los horarios y que no afectara demasiado, aunque un poco de información no hubiera venido mal. No se si por el retraso o por el sonido pero lo cierto es que fueron un poco mi decepción del festival. Alice lo intentó en todo momento, tiene una voz impresionante, pero no estaba cómoda, los músicos no se oían en el escenario y todo eso se notó en el concierto. Al final, el cabreo que llevaba Alice por el backstage de camino al camerino me terminó de dar la razón. Quedan en el debe.
Balkan Beatbox eran curiosamente uno de los grupos más esperados por el público, pero algunos les estaban esperando por motivos no tan musicales. El único incidente del que tenemos constancia del festival se produjo durante su concierto. ¿Y qué habían hecho los israelíes de malo para que así fuera? Pues parece que precisamente eso, ser israelíes. A mitad de concierto hubo una invasión de escenario por parte de una decena de personas con banderas y pancartas a favor de Palestina. Si todo hubiera quedado en eso todos lo habríamos celebrado y apoyado, por supuesto. Pero me pareció feo echarle en cara al grupo de muy malas formas las matanzas en Gaza, organizar el tumulto que organizaron y la violencia por parte de algunos de seguridad y de gente del público intentando tirar las vallas de protección. Enfrentamientos como el que podéis ver en la esquina inferior derecha de la foto y que no llegaron a más, pero que estuvieron a punto de hacerlo.
Al final Tomer Yosef, voz del grupo, tuvo que pedir que le dejaran hablar y, ante los abucheos de una parte, pequeña, del público hacia el grupo, intentó poner algo de cordura:
'Por favor, parad de pedir no violencia y luego actuar con violencia. ¿Sabéis lo que está pasando en Israel y Palestina? Claro que lo sabéis! Hay una guerra! Nosotros somos músicos y sólo pedimos que pare la violencia. Que pare la guerra y que empecemos a hablar más unos con otros.'
Como nota final un mensaje: quien fuera el energúmeno que lanzó gas pimienta al público situado a la derecha del escenario debería hacérselo mirar. Seguro que hay mejores formas de controlar la situación y no que minutos después todavía hubiera gente a la que le picaban los ojos y le costaba respirar. Entre unos y otros consiguieron joder el concierto de Balkan Beatbox. Una pena.
En el bando de los que cada concierto que dan son mejores como banda tenemos a Dubioza Kolektiv y a Bohemian Betyars. Dos bandas sin normas ni estilos a los que amoldarse, libres y originales.
Con algo de tensión flotando todavía en el ambiente y una divertida intro en castellano preparada para la ocasión, Dubioza Kolektiv aparecieron sobre el escenario con muchísima energía, cosa que transmitieron al instante. Incluso cuando nada más empezar los dos micros de los cantantes les fallaron, no perdieron comba. Paramos, arreglamos, empezamos a saco y como si nada.
'Celebrate the Riot' o el combo 'Recesija / Kažu' definen perfectamente lo que puedes encontrar: riffs duros a ratos, dub-reggae a otros y toque balkan cuando entra el saxo. Dieron un concierto tan contundente como rabioso, que tuvo como colofón las palabras de Almir (el cantante de la cresta) con la bandera palestina en la mano: 'Nosotros en Bosnia sabemos bien que no se debe juzgar a la gente por su nacionalidad, color de piel, por de dónde vienen o a dónde van. Que jodan a la guerra!'. Plas, plas, plas.
Y lo de Bohemian Betyars es una cosa descomunal. Su puesta en escena tanto encima como fuera del escenario es la libertad y una forma de hacer las cosas totalmente fuera de lo convencional. Tocando el sábado estuvieron en el festival desde el jueves, con algunos colegas, acampados, bailando, hablando con todo el mundo y pasándolo bien. Aunténticos festivaleros. Su concierto para mí fue de los mejores del festival en cuanto a conexión con la gente y la fuerza y locura en el escenario, lo que demuestra que muchas veces no hacen falta tantos hotelitos y comodidades para montar un buen show, sobre todo en una banda joven. Su mezcla de punk (cada vez que los veo son más punk) y gypsy music, sus raíces húngaras, el violín del loco de Mate Palágyi, un toque de paprika, sus letras indescifrables y su actitud de igual a igual, les convierten en un grupo distinto.
Dentro de unos años, cuando veamos a Bohemian Betyars en un concierto más pulido, más milimetrado, más maduro y "perfecto" en cuanto a técnica y puesta en escena contaremos batallitas del tipo: 'Yo vi a estos ya en 2012 en el Reper y en 2014 en el Viña y el Iboga y buah! eso era un desfase caótico y superloco, se les iba la pinza mogollón y molaba a saco'. Pues eso.
Por cierto, ya se ha confirmado que repetirán en Iboga Summer Festival 2015. Enhorabuena.
Y nos faltan muchos más como los Toasters que fue una fiesta, los portugueses Kumpania Algazarra que nos hicieron bailar mucho también, la electrónica-balkan de los serbios Shazalakazoo, los DJs Hapu & Sòj poniendo himnos balkan el viernes y el fin de fiesta con el sol de levante levantando y los cds en manos del artífice de todo esto, el señor Ángel Plur, que ponía los últimos bailes en las piernas de unos ibogueros que no querían marcharse.
Haciendo balance final, nos fuimos con buen sabor de boca de Iboga Summer Festival. A pesar de que el domingo Ara Malikian cancelara su concierto por estimar que la carpa de circo no reunía los mínimos de sonido y organización (en mi opinión podría haber salido a tocar aunque fuera un show recortado o en semi-acústico para el público que se había acercado a verle sólo a él, pero bueno, esperamos verle el próximo año en el escenario grande para que se quite la espinita).
Iboga es un festival pequeño y la organización es joven y voluntariosa. Tienen muchas cosas buenas como el cartel, para empezar, el uso de vasos ecológicos, las actividades y talleres de día, precios asequibles... y también tienen mucho que mejorar y ellos lo saben. Se notan fallos de organización propios de esa juventud e inocencia pero también la ilusión que ellas conllevan y que, por cierto, consiguen contagiar. Ahí está el reto, organizarlo todo un poco mejor manteniendo esa ilusión y ese brillo. Yo vi a mucha gente feliz de verdad ese fin de semana y con eso me quedo. Y tienen todo nuestro apoyo.
Al final de toda esta amalgama de músicas pensaba en la idea de Europa que nos han vendido y la que nos quieren vender constantemente, basada en una falsa seguridad y potencia conjunta. Y llegaba a la conclusión de que si en algo reconozco a Europa es en sus músicas y en las gentes de a pie que las viven como algo de vital importancia. Esa es de las pocas Europas que respeto y admiro. La Europa que se cura de muchas tonterías a base de buenas dosis de Iboga.
kboy
Molotov Jukebox @ Iboga Summer Festival 2014
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