iLe, Río Babel

Hay muchos tipos de música pero a veces la música puede diferenciarse entre la que fluye y la que no. La que no fluye, la estática, la del consumo rápido y el poso inexistente. Aparece y desaparece. Y la que fluye, la que cala, la que se disfruta con todos los sentidos y te arrastra en su fluir. Aparece, muta, cambia, se mezcla. El fin de semana pasado el Río Babel fluyó y de qué manera en Madrid, con uno de los carteles más interesantes de todo el verano.


Muchos eran los años en los que se venía gestando un festival así en la capital y muchos han sido los intentos y las dificultades encontradas por la organización para hacerlo. Por mucho Madrid que éste sea, faltan espacios y opciones para llevar a cabo según qué cosas. Bien, pues este año por fin podemos decir que Río Babel -descendiente emocional y tropical del viejo, gran, Planet Babylon- se ha hecho realidad y ha cosechado un gran éxito en su primera edición, salida de la unión de las gentes de Charco, Sonde3 e IFEMA Madrid.

Éxito en varios sentidos. Una apuesta nada convencional que ha contado con la asistencia de unas 25.000 personas en tres días. El ambiente de comodidad del festival, ni una cola de espera, variedad de comida, zonas de relax y una mezcla de gente dispar pero llena de sonrisas, son puntos a favor de un festi perfectamente organizado. Eso sí, Río Babel se apuntó a lo que parece ser la moda de cobrar 9€ por mini de cerveza, lo cual nos sigue pareciendo un atraco, estemos donde estemos.

Por otro lado el cartel. Todos hemos visto, alabado y flipado con el cartel que se nos estaba presentando. Puentes musicales entre Latinoamérica y España, salpicados con ramalazos balcánicos, gallegos, catalanes, universales. Universos sonoros que confluyen en algún punto indeterminado y que, está comprobado, mezclan muy bien entre sí.

Estopa, Río Babel

Como mezcla perfecto con cualquier situación un poquito de Estopa. ¿Cómo no nos van a gustar Estopa? Son rumberos de pro, fans de los Chichos, de Sabina, de Extremoduro y de Albert Pla . Les hemos visto nacer (presumo de tener una casette con las treinta y tantas canciones de su primera maqueta) y hemos cantado sus canciones incontables noches, largas y cortas, a lo calorro. Hemos fijado la mirada en algunas porterías, nos hemos partido la camisa como Camarón -de la Isla, claro-, hemos sido alguna vez el del medio de los Chichos y hemos acelerado un poco más porque andábamos tontos y lentos, huyendo de las pastillas de freno.

El concierto es una mezcla entre ponernos folclóricos y echar la vista atrás. Pero sobre todo es dejarse llevar por la rumba. Empiezan con 'Cacho a Cacho' a toda pastilla, poniendo a todo el mundo sobre aviso de que el concierto iba a ser exactamente como lo esperábamos. Y lo fue. Quizá la voz de David haya sufrido algo más de la cuenta con el tiempo, o quizá es que esa noche las voces no sonaban bien en general pero... ¿qué carajo? ¿Quién necesita que Estopa suene perfecto? Suenan como tienen que sonar, callejeros, y el carisma sobre las tablas y la chispa entre los hermanos mirándose con los ojos cerrados hace el resto. Todo eso y su manera de decir las cosas conectan con la gente, que acudió masivamente para verlos en su regreso a Madrid.

Se las cantaron todas. Y nos las sabíamos todas. Uno de esos conciertos que parecen un gran karaoke porque todo el mundo canta todo el rato. Pero cuando los Estopa se despiden partiéndose la camisa 'Como Camarón' y ves a tus compadres a tu lado dándolo todo, sabes que así es como tiene que ser.

Residente, Río Babel


El gran triunfador, sin embargo, del fin de semana, para mí fue Residente. Las últimas veces que vi a Calle 13 no acabaron de convencerme. Mucha gente sobre el escenario pero faltos de la contundencia esperada. En esta ocasión no fue así. Contundente es precisamente lo que fue René a pesar de los problemas de su micro en la primera canción. Se solucionan, se empieza otra vez y no pasa nada.

En su nuevo directo baja un puntito el sabor más "latino" y sube el rock y el hiphop. El grueso del concierto son las canciones de Calle 13, pero mucho más eléctricas y potentes sobre el escenario. Residente rapea y canta con rabia, como si intentara demostrar algo, y ha montado un espectáculo que te mantiene arriba casi todo el rato. Los puntos de éxtasis colectivo, 'El Baile de los Pobres', 'Vamo' a Portarnos Mal' y la excelsa 'Latinoamérica'

Se toma alguna licencia de rapeo tranquilo de su disco en solitario, pero enseguida vuelve a echar mano de la potencia de la base rítmica y la distorsión en las guitarras. Tremendo concierto y tremendo artista, en su mejor momento evolutivo (aunque se me siga pareciendo a Zatu al rapear, es un deje que ya le ha quedado en las canciones más hiphoperas).

Del viernes destaco a iLe. ¿Os acordáis de la música que fluye? iLe es un claro ejemplo. La hermanita pequeña de Calle 13 tiene una voz tan propia como sacada de viejas canciones grabadas en viejos discos de vinilo. Una manera de cantar añeja que sale de una persona tan joven. Impacta. Música latinoamericana de mediados de siglo pasado traída en la máquina del tiempo. Cierto que no entra a cualquier hora, pero el ratito que la vimos nos permitió apreciar a esta artista tan por encima de géneros y convenciones.

Y destaco la buena suerte que siempre es tener a Aterciopelados entre nosotros. Son leyenda y en directo consiguen transmitir ese halo de combatividad pausada, encarnado en la mezcla que desprende Andrea a medio camino entre lo místico, el folclore y el rock. Un rock hecho a su manera, propia y sin igual.

Y si folclóricos y rumberos nos ponen los Estopa, La Pegatina y Amparanoia nos tienen ganados de entrada siempre. De los primeros no puedo decir nada que no haya dicho ya, es una barbaridad lo que hacen sobre el escenario y cómo encienden a la gente. De la segunda, es una pasada poder volver a ver a Amparanoia en su máxima expresión. No en vano somos parte del "coro de su gente".

Y qué decir sobre Meneo. Las palabras se quedarán cortas diga lo que diga. Es probablemente la sesión de un DJ más loca y absolutamente lisérgica y surrealista que haya visto jamás. Empezó mezclando Las Grecas con una base electrónica y a los 10 minutos ya estaba desnudo, pinchando con una game boy y lanzándose al público. Quiero decir, completamente desnudo. Las caras de la gente lo decían todo, entre la incredulidad y la fiesta.

Se quedó con todo el mundo y después de terminar se coló en el escenario de la sesión posterior de Guacamayo Tropical. Por cierto, seguía desnudo, allí bailando, y la cara del guacamayo, un poema.

Goran Bregovic, Río Babel

Del sábado, además del reseñado Residente, me quedo con Amigos Invisibles y su funky latino. Gran concierto el de los venezolanos. Fue mi descubrimiento, bailongo, del festival.

Los Fabulosos Cadillacs tiraron de sus grandes clásicos en un concierto al que en mi opinión le faltó algo. La actitud la tienen, las canciones y el saber hacer también, pero les vi faltos de esa chispita necesaria para romper el directo.

Por supuesto la noche del sábado se llenó de locura balkan de la mano de nuestro amigo Goran Bregovic. Ya le echaba de menos. Llevo viéndole una o dos veces al año en los últimos seis, así que agradecí que metiera lo que me parecieron un par de temas nuevos, supongo de su inminente nuevo disco. Como fuere, Río Babel vibró bajo la Mesecina y Goran dirigió desde su silla. Como digo, una locura.

Esperemos que Río Babel haya llegado para seguir fluyendo por el verano madrileño. Por todo lo que hemos contado y lo que nos han contado parece que así es. Enhorabuena chicos!

kboy

Ambiente, Río Babel
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