Finales de Enero. El invierno frío cae en madrid, pero un pequeñito infierno caliente se está fraguando en la sala Wurlitzer.
Ya antes de empezar la velada, se masca ambiente de gran noche. Los alrededores de la sala a tope, haciendo previas, mucha “yonkilata” en el ambiente y alguna que otra camiseta de Crim se deja ver entre la multitud.Una vez hecha la previa oficial, entrábamos a una sala abarrotada con el cartel “soldau” colgado.
CRIM y Nitropollo son dos enormes bandas que forman parte del futuro más prometedor del punk-rock estatal.
Nitropollo comenzaba con puntualidad británica a descargar su rápido skate-punk. Era la primera vez que los veía en directo, y la verdad que tuve la misma sensación que cuando los escuché por primera vez: Qué jodido es esto del rocanrol, para que bandazas que luchan día a día por sobrevivir, queden en el total anonimato. Los hechos confirmaron dicha reflexión. Primeros riffs de guitarra y la sala ya estaba pegando botes a ritmo de las melodías speedicas que descargaban los madrileños.
Se nota que los integrantes de la banda vienen de otras bandas ya experimentadas, ya que desde el primer momento se les vio con mucho aplomo encima del escenario. Por decirlo de otra forma, las balas de fogueo las gastaron hace mucho tiempo. Otra cosa que me sorprendió de ellos es lo rápido que tocan, sin caer en la tentación de rapidez significa poca claridad. Los acordes que sonaban eran rápidos y contundentes, bien acompañados por una apisonadora de batería. Y por si todo esto fuera poco, la voz y actitud de Jair, encaja como anillo al dedo con la parte instrumental. Resumiendo, gran directo de los madrileños, a los cuales me encantaría ver en una sala más grande, donde pudieran desplegar todo su potencial. Ahí queda el guante tendido, para algún valiente promotor que quiera apostar por un valor más que seguro.
Con unos teloneros de lujo, tocaba el turno de la banda de moda en esto del punk rock. Crim se presentaban en madrid en modo dios. Sold out en Razzmatazz, sold out en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza y sold out hoy en Madrid. Casi nada. A ver quien hace eso a día de hoy.
Tuvimos la posibilidad de hablar con ellos después un rato, de manera relajada, y lo que nos transmitían es que están flipando con la respuesta de la gente. Están muy agradecidos de sus fans, y disfrutando del momento.
El pueblo no es tonto, y cuando te lo curras, responden. Y si además tienes talento, como es el caso, pues el éxito a veces acaba llegando.
Volviendo al concierto, los tarraconenses venían a presentar su último disco “Pare nostre que esteu a l’infern”. Y para infierno, el que se vivió en la Wurli. Adri desgarraba su voz como un puñal, Quim hacía malabares con las 6 cuerdas constantemente, Marc mostraba su empaque y empuje detrás de los timbales y las bases de bajo de Javi servían de brújula para todo lo demás. Con esta maquinaria engranada y a pleno rendimiento, ya no había manera de detener el tren. Uno tras otro iban cayendo los temas, como auténticos ganchos en plena velada de boxeo. Con el contrincante (el público) noqueado, tras haber recibido semejantes impactos, todavía quedaría tiempo para asestar el golpe definitivo con “La puta copa del Rey”. Ese himno, nunca mejor dicho, que les ha permitido dar su particular visión acerca de los valores que nos intentan inculcar para que la confrontación política exista entre clases.
Gran sabor de boca con el que nos fuimos a casa, tras haber disfrutado de dos enormes bandas, que forman parte del futuro más prometedor del punk-rock de este país.
Saltimpunki
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